Ariadne Giorgias había caído en la trampa. En lugar de ser recibida en Australia por unos amigos de la familia, se había encontrado con un extraño espectacularmente atractivo, Sebastian Nikosto.
Sebastian no sabía qué esperar de la esposa impuesta por contrato. Pero, desde luego, lo que no se esperaba era a la hermosa Ariadne, ni la incendiaria atracción que chisporroteaba entre ellos. Ninguno de los dos parecía demasiado ansioso por anular el matrimonio, tal y como habían acordado.
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