#01 El Mejor Sentimiento
¿Puede un capricho de adolescente convertirse en amor verdadero?
De todos los favores que podría haberle pedido su querido padre, el único que Brandy King se negaba a hacer era ayudar a Clint McPherson. Por supuesto, su padre no sabía que, años atrás, su mano derecha había rechazado a Brandy. Pero eso había sido hacía mucho tiempo; ahora… todo parecía seguir igual.
Parecía imposible, pero el atractivo de Clint no había hecho más que aumentar con los años… y ahora además tenía una hija encantadora que necesitaba una madre. Brandy era una mujer valiente; su primera conquista sería el cambio de pañales, luego le demostraría al padre de la pequeña que era capaz de manejar lo que siempre había habido entre ellos…
#02 El Sueño de su Vida
Todos sus años de estudio no la habían preparado para aquello…
Su apodo era la “inteligente”, pero Jessica King se sentía mejor en su torre de marfil, no trabajando en un taller para el guapísimo mecánico Garner Blake. Pero iba a hacerlo lo mejor que pudiera porque se lo había pedido su padre.
Sin embargo, cuando Garner comenzó a desafiarla y mirarla de ese modo, Jessica no sintió que aquello fuera lo que debía hacer una buena hija. De pronto se sentía viva y aterrada al mismo tiempo, porque se dio cuenta de que nunca había llegado a conocerse bien a sí misma, ni había sabido lo que quería…
#03 El Amor No Tiene Precio
Encontraría el verdadero amor para sus hijas... aunque para ello tuviera que hacer de casamentero.
Rand Peabody irradiaba fuerza y poseía una habilidad especial para controlar situaciones en las que otros se habrían acobardado, aptitudes que lo hacían perfecto para Chelsea King. O eso era lo que pensaba su padre, que había contratado al soldado convertido en guardaespaldas con el convencimiento de que podría cuidar de su hija y ver más allá de su belleza.
Y así fue, porque Rand no tardó en darse cuenta de que, tras esa impresionante fachada, se ocultaba una mujer a la que necesitaba tanto como ella a él. Sin embargo, el amor estaba completamente fuera de sus planes, pues sabía que eso podría hacerle olvidar la regla principal: debía proteger el regalo de valor incalculable que le habían encomendado, pero sin perder su corazón.