Aquello era una proposición indecente...
Savannah no tenía dinero y sabía que, si quería ayudar a su hermana enferma, tendría que ganar el gran premio del casino.
Pero Sean O’Connell siempre jugaba a ganar...
La virginal Savannah no podía enfrentarse a Sean, así que no tardó en perderlo todo. Fue entonces cuando Sean le ofreció un último juego: él pagaría sus deudas si ella se convertía en su esposa... por una sola noche.
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