Rick McNeal susurró al oído de la mujer herida: "Te prometo que cuidaré de tu hijo como si fuera mío. No dejaré que le ocurra nada malo, te doy mi palabra", y se acercó a ella para acariciarle la mano con suavidad.
"Te creo".
Rick saltó sin saber de dónde venían aquellas palabras. Entonces se volvió hacia la mujer que dormía tan profundamente. ¿Sería verdad? No, era imposible. A menos que...