Aquella mujer representaba todo un desafío.
Cuando Zoe Bravo acudió a una entrevista para conseguir un trabajo como secretaria, lo último que esperaba era que su atractivo y futuro jefe, Dax Girard, le dijera que no estaba dispuesto a acostarse con ella. Seguramente tuviera siempre una legión de admiradoras a su alrededor, pero Zoe no iba a ser una de ellas.
Tras los primeros días de trabajo, se dio cuenta de que también sus compañeros esperaban que tuviera un lío con el jefe. Algo que Zoe atajó inventándose un prometido. A Dax le costaba aceptar que su bella secretaria no sucumbiera a sus muchos encantos. Y, cuanto más intentaba ignorar la atracción que sentía por ella, más deseaba tenerla para siempre en su vida.