Los Calabretti se casaban por deber, pero los Bravo-Calabretti lo hacían por amor.
Rhia nunca había superado su ruptura con Marcus. Y, de repente, se lo encontró prácticamente pegado a ella. Un sueño hecho realidad… o una pesadilla. Ella era una Bravo-Calabretti y él un vulgar guardaespaldas que nunca pertenecería a su clase. Jamás podrían ser iguales. Pero una aciaga noche que debería haber culminado con la separación definitiva entre ambos, dio lugar a otra cosa: a un bebé. Marcus insistió desde el principio en que ningún hijo suyo se criaría sin un padre, aunque Rhia tenía sus propias condiciones…
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