Aquella noche de pasión cambiaría sus vidas.
La princesa Genevra Bravo-Calabretti estaba metida en un buen lío. La noche en que el nuevo conde de Hartmore, Rafael DeValery, y ella cayeron uno en brazos del otro fue para consolarse de la muerte del hermano de Rafael, que estaba a punto de declararse a Genevra. Se suponía que aquel encuentro no iba a cambiar sus vidas.
Pero lo hizo. A Rafe le sirvió para reforzar su creencia de que siempre había estado enamorado de Genny; a ella, para darse cuenta de que Rafe no era un premio de consolación, sino el hombre al que hacía tiempo había entregado su corazón. Pero tenía que convencerlo de que era así; con suerte, antes de que naciera el nuevo heredero.
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