Una crisis de paternidad.
Se había producido un error en la clínica de fertilidad y la viuda Erin Connell tenía que enfrentarse a la posibilidad de que tal vez su bebé no fuese hijo de su difunto marido. Y peor aún, que perdiese Connell Lodge, el único lugar que había sido para ella un verdadero hogar.
La llegada del multimillonario Sam Thornton a Connell Lodge lo cambió todo. La fuerza de la repentina atracción entre ellos dejó aturdida a Erin. Y no solo a ella, sino también a Sam, que había ido allí por una única razón, su hijo, y no había esperado enamorarse.
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