No podía evitar querer llevárselo a la cama.
El gran magnate de los videojuegos Kell Montrose debía estar eufórico tras haberse apropiado de la compañía de los rivales de su familia y haber hecho rodar la cabeza de su presidenta, Emma Chandler. Pero había algo en aquella madre viuda que le estaba haciendo descubrir un lado tierno que no sabía que tuviera y una pasión que no podía contener.
Emma no quería ser un mal ejemplo para su hijo ni perder el legado de su familia. No iba a llegar a lo más alto doblegándose ante alguien tan avasallador como Kell, aunque la gran pregunta era: ¿por qué no podía contener el deseo de acostarse con él?
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