Siempre se habían odiado y evitado, pero una tragedia les demostró que hacían un buen equipo.
El arrogante empresario Allan McKinney siempre le había caído mal a Jessi, especialmente después de que le arrebatara la empresa familiar. Pero cuando la tragedia les golpeó y fueron designados tutores de la hija de sus mejores amigos, Jessi vio su lado más sensible, pasando de ser insoportable a irresistible.
A Allan le estaba resultando cada vez más difícil concentrarse en el trabajo porque no podía quitarse a Jessi de la cabeza. Para colmo de males, se avecinaba una tormenta que amenazaba con destruir el frágil vínculo que los unía.
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