La vida de la princesa Evangelina Drakos estaba trazada desde su nacimiento; pero tenía un plan para librarse de los pretendientes que le buscaba su padre: organizar un escándalo en la corte.
Contratado para vigilar a la princesa, Makhail Nabatov presumía de no cometer nunca un error. Pero la princesa Eva despertaba en él un irresistible deseo, que llevaría su resistencia al límite y su sentido de la responsabilidad a un segundo plano.
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