Él había encontrado la horma de su zapato.
Victoria Calder tenía la oportunidad de reparar el error que había cometido doce años atrás; un error que le costó la empresa de su padre. Y, si esa oportunidad implicaba luchar contra Dimitri Markin, estaba dispuesta a hacerlo y a ponerse un anillo de compromiso.
Pero a Dimitri le gustaba ganar. Era un maestro de artes marciales que había dejado los combates para dedicarse a una vida de placeres. Y, cuando Victoria Calder le propuso un matrimonio de conveniencia, él pensó que no se lo concedería sin sacar algo a cambio. Si se casaban, sería suya en todos los sentidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario