La pasión que había entre ellos era tan fuerte, que podría durar toda la vida.
El príncipe Alaric de Ruvingia era tan salvaje e indómito como el principado que gobernaba. Las mujeres se peleaban por calentar su cama real, pero él siempre se aseguraba de que ninguna se quedara en ella más de lo debido. Entonces, llegó la remilgada archivera Tamsin Connors, con sus enormes gafas, y descubrió un sorprendente secreto de estado…
Tamsin consiguió captar la atención de Alaric, que se sintió atraído por su pureza y enseguida la nombró ¡amante de su Alteza! Tenía que ser sólo un acuerdo temporal porque su posición lo obligaba a un matrimonio de conveniencia...
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