«No te enamores de mí». Esa era la regla del jeque.
El imponente castillo y la tierra baldía de Merkazad no tenían nada que ver con la modesta granja y los campos de color esmeralda a los que la amazona Iseult llamaba «hogar», pero tendría que acostumbrarse a su nuevo entorno. El jeque Nadim había comprado los establos de su familia y ella trabajaría a las órdenes de su majestad, en un país exótico y lejano.
Nadim era un hombre exasperante, pero también despertaba en ella un sentimiento desconocido llamado deseo. Inmersa en un mundo fantástico y sensual, Iseult iba a descubrir lo que era sentirse hermosa y segura de sí misma por primera vez en toda su vida.
Pero no podía olvidar la regla de oro del jeque…