Lo que contaba no era el exterior... ¿o sí?
Cuando había que transformar la imagen de un cliente, Maddie Sinclair sabía perfectamente qué hacer; pero cuando se trataba de cambiarse a sí misma, estaba perdida.
Hasta que el fotógrafo Dan Willis le echó un vistazo y se dio cuenta de que ni las modelos más fotogénicas del mundo podían compararse con lo que él veía en Maddie. Tenía una belleza auténtica y poco común que se adivinaba en sus ojos chispeantes, en su sonrisa y en su sincera amabilidad. Estaba dispuesto a convertirse en su “hada madrina”, pero no lo estaba tanto a que otros hombres descubrieran lo que él ya sabía: Maddie era preciosa... por dentro y por fuera.
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