El ejecutivo William Bradford nunca había tenido planes de boda hasta que apareció en su vida la secretaria Diana Foster, que era una mujer vulnerable, sola... y, además, estaba embarazada... de otro. Pero el instinto protector de William se hizo más fuerte e hizo que le pidiera que se casara con él. Para su sorpresa, el matrimonio parecía cualquier cosa menos un matrimonio de conveniencia; la pasión que despertaba en él su flamante esposa pronto lo hizo pensar en prolongar la duración de su acuerdo para poder amarla, cuidarla y respetarla ¡durante toda la vida!
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