La nueva enfermera Rebecca O'Reilly había transportado la imaginación del doctor John Saville a territorios inexplorados. Evidentemente, aquella gata salvaje había sufrido heridas en el amor y protegía su maltrecho corazón con una lengua viperina. John sospechaba que su actitud descarada y arrogante escondía, al mismo tiempo, la inocencia y un deseo atrevido de experimentar el sexo.
Sabía que no podía jugar con los sentimientos de Rebecca. Cualquier relación íntima significaría un fuerte compromiso. ¿Resistiría la tentación y conseguiría mantenerse en su posición de soltero, o cedería ante el deseo y tomaría a Rebecca por esposa para siempre?
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