El multimillonario Domenic Vincini ambicionaba las riquezas que poseía la isla de Niroli, incluyendo la joya de la Corona de sus enemigos, la princesa Isabella Fierezza. Isabella era fruta prohibida y eso la hacía aún más atractiva para un hombre herido tanto por dentro como por fuera. Si Isabella se rendía a los encantos de Domenic, entregaría el reino a su mayor enemigo. ¿Podía surgir el amor entre dos enemigos declarados?
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